RODOLFO LEIRO – SONETOS –

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MORIR PARA VERTE

Si yo me hubiera muerto”

Amado Nervo

A la que fue mi esposa Nieves Rosa Boudet

Te he buscado en los témpanos punzantes

vagando por la mar hasta agotarse;

y en los páramos túrbidos gestarse

mi sueño por tus labios traficantes;

hurgué, con mis pasiones terebrantes

peñón donde pudieren ocultarse

tus senos que nacieron para darse,

tu besos que mordían, susurrantes;

Me desplomé, cual necios caminantes,

perdidos en quimeras trepidantes,

cansado de decir lo que es quererte.

Pienso, en mis espacios ululantes

golpeando mis ensueños delirantes:

¿Es que debo morirme para verte?

ANSIEDADES

Cuando la ansiedad vital acosa,

impele hacia el verbo desafiante.

este pecho de arista traficante

se despoja la túnica de glosa;

deja el huerto feraz donde la rosa

se empina como fémina galante

y despierta su estirpe delirante

en lid de armonía vagarosa.

No evado la liturgia glamorosa

ni la grita febril y clamorosa

que pretende insumirme vacilante;

vencido en la pasión amplia y celosa

por alcanzar la clámide gloriosa

en el grito imperial de mi ¡adelante!

DARÍO

Quisiera razonar como Darío

en prisma metafórico de glosa

y en el centro vital donde la prosa

desmaya su romántico albedrío;

centrar un corazón sin el engrío

que el ego desorbita y se reposa

y no crean, después, que es poca cosa

ensayar un soneto sin Darío.

Disipar ese tópico sombrío

con el lápiz solvente donde estrío

la frase sobre pétalo de rosa.

¡Otra vez las farolas de mi brío,

sobre el mar de la pompa autografío!

¡No dirán que el soneto es poca cosa!

PRISIONERO

Yo se que estuve preso de tus ojos moreros

desde la noche aquella de tu cristal sonrisa

mientras que te llevaba un ósculo de prisa

rizando el lomo verde de músicos senderos;

tu mano, antes esquiva, nos supo compañeros

mientras nos contemplaba una Luna sumisa:

tú llevabas el cuño, solemnidad de misa

y yo las horas toscas de un vate jornalero;

después tu alcurnia ilesa, tu porte sol de enero,

marcharon con su lustre, patriarca lisonjero

mientras Selene amiga conversaba conmigo;

en estas horas pautas de un lapso postrimero

te veo a la distancia, como un jovial lucero,

que acaso, todavía, me quiere ver cautivo.

LO QUE NO DI

Inspirado en “La Amada Inmovil”, de Amado Nervo

Hoy recorro el sendero del pasado

desde el pleno vitral de mi nectario

y mi propio, mi fiel confesionario,

una especie de emporio desatado;

memorando mi film ensimismado

en el prisma de un loco proletario,

que acaso en el ayer, destinatario

ha sido de un amor no declamado;

más os quise, feliz, entusiasmado

en el feudo de un labio apasionado,

que fue pauta mitral de mi quimera,

asaz fervor creciente, azul templado.

¡Más me duele aquello que no he dado!

¡Esos besos, mujer, que no te diera!

RODOLFO LEIRO